domingo, 27 de mayo de 2012

IVÁN RAÑA


Campeón del mundo en 2002, dos veces subcampeón (2003 y 2004), doble campeón de Europa, 4 veces campeón de España, y dos 5º puestos en los JJOO, con 3 participaciones. Fue el que abrió el camino para los triatletas españoles, internacionalmente. No estará en Londres, pero seguro que lo seguiremos viendo dentro de este mundillo triatlético, muy posiblemente, se pase a la Larga Distancia, al menos, eso esperamos todos los que lo admiramos como deportista, uno de los grandes.
Este es un artículo, escrito en El País (30/12/2002), por Carlos Arribas, el cual durante un tiempo, narró las andanzas del gran Iván.


El chaval medio salvaje que llegó a lo más alto

Hace ocho años, cuando Iván Raña era un chaval de 15, espabilado, valiente y ágil, César Varela ya manejaba una regla de tres: "Induráin es al ciclismo lo que Raña es al triatlón". "Desde entonces sabía que Raña sería campeón del mundo, alguien muy importante en el triatlón", dice ahora Varela. "Iván también lo sabía".

César Varela quiere ser anónimo, pasar inadvertido, que nadie sepa que existe. Quiere sudar a gusto, sin nadie al lado, cronómetro en mano, al borde de la piscina cubierta del Centro de Alto Rendimiento de Madrid, mientras sus pupilos, más de media docena de triatletas, se ejercitan infatigables en la rutina diaria, 12.000 metros o así, 240 idas y venidas, de lado a lado de la piscina. "Cuento lo que haga falta, pero yo no quiero salir en ninguna parte", advierte. Casi asusta. Tarea imposible. César Varela es el entrenador de Iván Raña.

Mientras su técnico, que también fue su compañero de piso, el hombre que lo descubrió, lo encarriló, le reveló la existencia del triatlón, mientras Varela trabaja en Madrid, en Santiago de Compostela, en su ambiente, con su gente de toda la vida, con su novia, unido a Madrid por el teléfono y el fax, vive Raña, quien quizás ha sido el deportista español más destacado de 2002. Campeón de Europa. Campeón del mundo. Ganador de tres pruebas más. Imbatido en una especialidad olímpica.

Tiene 23 años. Es un deportista natural. Un culo inquieto que no puede estar quieto y que hace bien todo lo que se propone. Con menos esfuerzo que los demás. El síntoma del genio deportivo. "De pequeño, con 10 años, veía por la tele la Vuelta a España y pensaba que de mayor sería ciclista y sería un campeón", dice Raña. "Y cuando corría a pie y cuando nadaba, tenía ganas de competir y de llegar también a lo más alto".

Aprendió a nadar a los cinco años. En los cursillos de verano de la piscina de Ordes, su pueblo, a 24 kilómetros de Santiago. Al terminar el verano, el monitor organizaba competiciones entre los renacuajos. Raña ganaba siempre. "Entonces me empezaron a hablar de entrenadores y de tomarme ya en serio la natación".

Dos días a la semana su madre les cogía a él y a su hermana Natalia y los llevaba a la piscina de Santiago. Y los días que la madre no podía, cogían el autobús. Salían de casa a las seis de la tarde, hasta las nueve y media no volvían. Invierno tras invierno. A los 11 años ya se cruzó con Varela. Poco después empezó a entrenarse tres días a la semana. "Pero era de los que menos se entrenaba. Aquello no era como los clubes catalanes, que machacan mañana y tarde", dice Varela. "Y él era de los que menos de todos, unos 10.000 metros a la semana". Pese a ello quedó campeón de Galicia en estilos, y eso que como no había estado muy bien en las series salió en la final por la calle uno, y nadie contaba con él.

Raña es un chico inteligente. Tiene una gran memoria. Le aburre estudiar. Se queda dormido sobre los libros. Lo que le gusta es la naturaleza, el monte. "Yo lo comparo con un indio, con un piel roja", dice Varela. "Tiene atracción por lo duro, por las vivencias puramente físicas, el contacto con la naturaleza, el dominio del cuerpo, la plenitud física. Comer cualquier cosa, tirar para adelante y ser duro". Coge la bicicleta de montaña por la mañana y no vuelve a casa hasta la noche. "Yo me decía que era medio salvaje", dice Raña. "Parecía que no había límites para mí y para mis hermanos. Jugábamos a lo bestia, a romper la bicicleta, a tirarnos por los barrancos".

O se va a correr por el monte. "Mi hermana y yo oíamos que había que entrenarse para ir a las carreras, así que nos íbamos los dos a correr por el monte o a casa de los abuelos. Corríamos y cuando nos cansábamos, parábamos. Cogíamos fuerzas y volvíamos a correr. Así nos entrenábamos. Desde luego, a mí, el tema de la ciudad... No entiendo cómo hay gente que no disfrute yendo al monte, de la sensación de libertad. Necesito poder dar tres pasos y estar perdido por ahí. Es lo que me pierde, y, mira, lo estamos estropeando entre todos. He estado un fin de semana limpiando chapapote y estoy desesperado. Eso no se arregla en años".

Iván, el chaval, ha convencido a sus padres y toda la familia Se va los fines de semana a correr carreras pedestres populares. Iván se entrena poco y gana a todos.

En la vida de Iván Raña hay un momento decisivo. Verano del 94. Se va de casa, se entera de la existencia del triatlón. A su casa le llega una convocatoria del Centro de Tecnificación de natación de Pontevedra, pero no puede acudir porque ha suspendido una asignatura. Su madre va a ver a Varela. "No sé qué hacer con Iván", le dice. Son cinco hermanos. Sus padres no pueden controlarle. Iván es serio pero le cuesta concentrarse. Se disipa. Necesita encauzar su energía. Varela le habla a su madre del triatlón. También le dice que él es muy padrazo, que le gusta educar y guiar a los jóvenes, que ya ha tenido viviendo en su casa a dos nadadores y que le fue muy bien, porque le obligaba a llevar una vida más ordenada, a ser más responsable. Los padres le conocía y le dijero "okey, vamos a probar lo del triatlón". Se compró una bicicleta de 100.00 pesetas y empezó a salir en serio.

No es una elección fácil. En el instituto a Raña le llaman "matao" porque practica un deporte que no es muy aparente. "No es un deporte pijo", dice Raña. "No va de marcas de ropa o cosas de ésas. En el instituto el guapo era uno que hacía atletismo de velocidad. Yo era el matao". No fue fácil, pero funcionó. "Yo flipaba con la bici y quería ser de todo, nadador, atleta, ciclista. Me federé en las tres federaciones, y también en la de triatlón, siempre aguanté en el triatlón, hiciera lo que hiciera siempre tenía en la cabeza que era triatleta, siempre me veía enganchado al triatlón", dice Raña. "Y desde que estoy con César, desde los 15 años mi objetivo era estar en lo más alto. Y César también lo pensaba, que yo sería el hombre de referencia a nivel mundial. Los dos nos planteamos alcanzarlo a largo plazo, con paciencia".

No fue fácil, porque había gente que se reía, que preguntaba y ésos dos locos qué se han creído, qué hacen ahí solos. "Eso me hizo más fuerte, aprecio más todo lo que hago".

En la cara de Iván Raña, en los labios, están marcadas las cicatrices de su oficio. Las caídas. Los accidentes. Una caída en bicicleta, solo, tropezando con una alcantarilla. Otro par de caídas con coches. "Le entró miedo a César, a mí no, pero aprendí a dejar pasar a los coches. Yo dominaba muy bien la bicicleta y bajaba muy rápido, pero estuve un año sin arriesgar".

Trabajaban Varela y él juntos, ya casi a dedicación plena, 30 horas a la semana, y lo hacían solos, sin apoyo federativo ni de la Xunta. "Éramos yo y sus padres", dice Varela. "Llegamos a un acuerdo de que me devolvería más tarde lo que yo le adelantara. Ya le decía yo que lo mío era una inversión y que el privilegio era el mío por poder entrenarle. Es un hombre hecho para el triatlón. Está dotado excepcionalmente porque tiene una gran resistencia y es un nadador nato. Ésa es su ventaja". Raña se hincha a ganar en Galicia, pero Varela nunca le felicita, ni él se lo pide. "Todo eso era normal, estaba en el programa. Era mejor que todos, tenía que ganar, ésa no era su competición", dice Varela. "Ganaba, cogía el trofeo y se iba a casa. Nunca se le subió a la cabeza". Todo llegó poco a poco. Desde el 96 estuvo en la élite júnior mundial. "Y en el 99 cambié el chip definitivamente. Dejé los estudios y empecé a pensar en los Juegos de Sydney. Me veía verde por falta de experiencia, pero quería competir allí, y creía que podía estar ahí". Fue quinto en los Juegos. Tenía 21 años. "Decidí entregar todas mis fuerzas al triatlón. En este deporte lo importante es el entrenamiento; luego, concentrarse en los aspectos técnicos y de mejoras. Y espero seguir mejorando todos los años. En 2001 viví como un monje en la residencia Blume, en Madrid, y no me fue muy bien, pero en 2002 me volvía a casa y el cambio ha sido radical, para bien".

El atleta paciente leía revistas y veía a los míticos australianos, sus héroes, y le entraba la prisa para estar a su altura. "Veía siempre nombre ingleses por delante y creía que yo nunca iba a llegar. Y luego, llega un día en que cruzas la meta, y ahí lo tienes, el Mundial. Lo disfrutas y piensas en el futuro. Y te dices que si has sido campeón del mundo, tendrás que volver a serlo para que la gente no crea que ha sido de casualidad, y que tendrás que ser campeón olímpico, que es el título que te lo da todo. En triatlón los Juegos Olímpicos lo son todo".
En los tiempos científicos-técnicos que corren, en la época de los entrenamientos superdepurados, de las cámaras hipobáricas, de los suplementos nutritivos, Raña sigue siendo un salvaje. "No es un atleta sistemático. Tiene que estar a su aire", dice Varela. "Y para dejar a los otros atrás no necesita concentraciones en altura, ni cámaras, ni nada. Hasta que no lleguen cuatro que le puedan..."

domingo, 20 de mayo de 2012

Triatlón de Sevilla. No finalizado.

 Fugaz mi participación en el triatlón olímpico de Sevilla. En una distancia, que quizás sea la que más me gusta, y que en esta temporada solo iba a poder participar aquí, ya que me pierdo el campeonato de Andalucía (por boda familiar). En el km 10 de la bici me tuve que retirar por un pinchazo en la rueda trasera. Andaba bien situado en la bici, después de una natación mediocre, en un grupo que acabó "cazando" a otros triatletas como iñaki Armendía, que habían salido antes del agua. Mala suerte.

Esto me hará llegar con más ganas al próximo y último gran objetivo de la temporada, al menos en lo que a triatlón y sobre todo, en lo que supone preparar bien una prueba. El Media Distancia de Posadas (2200-80-22) a disputar el 23 de junio. Antes, correré la Media Maratón de "mi pueblo", Cartaya, el 10 de junio. Un mes de "cañeo", ¡y motivado para entrenar!

martes, 15 de mayo de 2012

Grandes eventos

 Cuando a gente con ideas, y ganas de crear, se les facilitan las cosas, sucede, como ocurrió el pasado fin de semana en mi provincia, que la actividad en este caso deportiva, sea un éxito.
El sábado tuvimos la primera de las pruebas del circuito de CORREDOR COMPLETO. Novedoso en su concepción, consta como ya comenté hace varias entradas, de 6 pruebas de diferentes distancias y terrenos donde se desarrollarán. La primera de ellas, la MILLA. Nunca había corrido una, siempre he huido de esa distancia (1.600 m.), donde se va a tope desde el principio, muy explosivo, y para mí, "incómodo" de correr para lo que suelo entrenar y lo poco "veloz" que soy. Se celebraba en la Gran Vía de Huelva, lo que le dió un importante atractivo a la misma. Lo pasé mal en los últimos 200 metros, que se me hicieron eternos y donde me adelantaron 2 atletas sin poder yo responder, suficiente tenía con llegar. Hice 5:13 entrando el 7º en meta de mi carrera, donde además del ganador destacaron sobre todo dos amigos como Sergio Pavón con un 2º puesto en 5:01, y Javier Pérez en 3ª posición justo detrás de él.
 El domingo teníamos el triatlón sprint de Ayamonte. Excelente el día, el ambiente con muchos amigos y compañeros del club (muchos debutantes), y el escenario donde se desarrollo. Acierto total de nuestros compañeros ayamontinos, que consiguieron convencer a los responsables del PMD, de trasladar la prueba a la playa de Isla Canela.
 La natación fue muy limpia, intenté ir a pies de David Callejón pero se me fue en la primera boya. salí del agua con Ramón Boda, Nelson Mestre y Francís Mora. Unos 10" antes salía Ostos y el portugues Nuno Neves. Antes de ellos Carnevali, Vergara, Hernández, Javier Iglesias, Pablo Berrocal, Pablo Iglesias y David Callejón algo más descolgado. Pablo Berrocal tuvo una avería en la bici que le hizo abandonar.
Desde el principio nos ponemos a tirar, y en el km 5 damos alcance a Ostos y Neves. Formamos un grupo en la bici, donde sobre todo somos Francis, Ostos y yo los que tiramos, con David Callejón dando algún relevo también y Nelson ayudando como podía (no está entrenando mucho ni la bici ni la carrera a pie).
En la segunda vuelta cogemos a Pablo Iglesias, y de aquí al final, intentamos recortar tiempo con los de delante pero no llegamos a cogerlos.
 Hubo un momento, en los últimos 4 km, donde en uno de los relevos, veo que se corta un poco el grupo, y parece que puedo abrir hueco, pero rápidamente me veo que voy ya algo justo, y no llegaría a ningún lado. Juntos llegamos a la T2, con una bici de algo menos de 20 km, y una media superior a los 38 km/h.
En la transición, salgo el último de mi grupo y desde el principio noto que voy mal, no tengo las sensaciones de otras veces cuando empiezo a correr. Me cuesta coger el ritmo y recortar la distancia inicial que me han sacado mis compañeros del sector de bici. Poco a poco voy mejorando la zancada, y adelanto a Nelson y Francis antes del 1'5 km. Luego a Antonio Ostos, el cual no se quedará muy lejos mía (entró en meta justo detrás a 2"). En el km3'5 adelanto a Pablo Iglesias,y me coloco 7º en ese momento. Al último que cojo es a Nuno Neves, el cual hace varios cambios de ritmo pero finalmente adelanto a falta de 500 metros. La carrera a pie no tuvo los 5 km, faltando unos 500 metros para completarlo, aunque al entrar en meta, en el puesto 6º de la general, la sensación es de haberlo dado todo. El tiempo 57:58, quedandome a 15" del 5º puesto de Vergara. David Callejón corrió a un nivel brutal, entrando finalmente el 4º. El podium lo completaron Carnevali (1º), Javier Iglesias (2º) y Hernández Lloret (3º).
Por equipos conseguimos el 2º puesto masculino, 1º femenino, así como las victorias y/o podiums en sus categorias de varios compañeros/as. Gran día para el club, y para el triatlón onubense.
Este fin de semana, el olímpico de Sevilla (1500-40-10). Una distancia que me gusta más...


lunes, 7 de mayo de 2012

¡Viva la Pepa! Triatlón de Cádiz

El triatlón no es un deporte compuesto de 3 disciplinas como son nadar, montar en bici y correr. Es mucho más, y eso es lo que en prebas como esta, se me presenta de manera tan clara. Si no entrenas las transiciones, sale lo que sale, lo que hice el domingo en esos momentos tan cruciales de un triatlón sprint, donde puedes perder en segundos, lo ganado anteriormente. Mejor ni comento como fueron pero si la primera transición, la de nadar a correr fue nefasta, la de bici a correr, fue peor, teniendo dificultades a la hora, incluso, de calzarme las zapatillas para correr... Lo bueno, que peores transiciones no creo que haga en Ayamonte y Sevilla.
La prueba se realizó con motivo de la celebración del bicentenario de la Constitución de  "La Pepa". Alrededor de 450 triatletas, pudimos disfrutar de este bonito triatlón, con algunos pequeños errores organizativos, que tienen solución en posibles futuras ediciones (¿?), y al cual yo le pondría una nota muy alta.
El mar estuvo algo movido, aunque bastante mejor que el día anterior, y tras el nado, debíamos correr y subir una cuesta importante hasta llegar a boxes. La bici, llana, con algo más de 11 kilómetros de ida hacia San Fernando, con viento a favor, y vuelta, por tanto en contra. Las medias fueron altas, se podía rodar fuerte, y durante este sector, compartí, dentro de mi grupo, la responsabilidad de "tirar", junto a Antonio Ostos, o Andrés Díaz entre otros. Mucha gente se escondió en este segmento, reservándose para correr, lo cual entiendo cuando no puedes, pero no cuando no quieres.
A pie, 3 vueltas de 1'5 km (una de las cosas mejorables), que hacía que en la última vuelta nos juntáramos muchos corriendo en un pequeño espacio.
Del agua salí el 22º, en poco más de 14', lo cual indica que hubo más agua de esos 750 metros. Pedro Serrano, el primero en salir del agua, lo hizo 1'30" antes que yo.
En bici, 35', y a pie 16:07 para los 4'5 km, a 3:35 el km, corriendo con la zona lumbar cargadísima.
En meta entré el 22º en 1 hora y 6', y a pesar del mal sabor de boca de esas transiciones, disfruté de nuevo de una prueba triatlética, a la cual acudieron menos onubastri, pero alguno hubo, como el junior Aaron Varela y la novel triatleta Clara Méniz.
Este fin de semana, Ayamonte...