El triatlón se disputaba en Ayamonte, y aunque era la 7º edición, no había participado antes. El formato de la prueba lo cambiaron, pasando a ser un triatlón de carretera (antes, parte del recorrido discurría por la playa). Fue una prueba marcada por el segmento de agua, donde las corrientes hicieron que la mayoría de triatletas no hicieran el recorrido completo, por la imposibilidad de llegar a la primera boya. En mi caso, lo conseguí, la bordeé, e hice el recorrido que se presuponía, saliendo de esa boya como si me hubieran dado una paliza. Nunca lo había pasado tan mal en el agua. Mi primer pensamiento fue para los que venían más atrás, ya que en esa boya, el agua formaba un remolino que te llevaba hacia dentro. Los jueces con buen criterio, decidieron en un momento de la prueba, mandar a todos hacia las bicis. Al salir de esa boya, la corriente la tenías a favor, los primeros 2-3 minutos no iba, y a partir de ahí nadé fuerte. Tan fuerte que cuando me dí cuenta me habá alejado de la salida. Nadé hacia la orilla, ahora con la corriente en contra y salí bastante cansado del agua.
Aunque el triatlón quedó deslucido por el segmento del agua, hay que animar al gran grupo de triatletas ayamontinos, que sigan con las mismas ganas de organizar estas complicadas pruebas, y seguro que el año que viene lo plantean de manera que se pueda disputar mejor este bonito triatlón.
Al finalizar, foto de familia...
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