lunes, 17 de mayo de 2010

Armançao de Pêra. "Entrenamiento invisible"


Entrenamiento (Zintl, 1991): “el proceso planificado que pretende o bien significa un cambio (optimización, estabilización o reducción) del complejo de capacidad de rendimiento deportivo (condición física, técnica de movimiento, táctica, aspectos psicológicos)”.

En la definición de entrenamiento deportivo que hizo este autor, podemos destacar entre otras cuestiones, el hecho de que no sólo se refiera a una mejora directa del rendimiento, sino que también nos habla de una estabilización e incluso una reducción. Además, la capacidad de rendimiento no sólo se refiere a la condición física, incluyendo técnica, táctica y aspectos psicológicos.
Es decir, no siempre que entrenamos, tenemos que aumentar nuestro rendimiento, no tenemos por qué poner siempre al límite al cuerpo. Un ejemplo podrían ser los periodos entre una temporada y otra, donde no dejamos de hacer actividad física, pero lo que hacemos no tiene nada que ver con lo que entrenamos habitualmente. En mi caso podría hablar de jugar al padle, partido de fútbol con los colegas en la playa o simplemente pasear por el campo. Aquí, nuestra condición física disminuye, pero estamos regenerando al cuerpo, incluso a la mente, haciendo una actividad que nos gusta, y consigue que “desconectemos” de una temporada dura.


Así mismo, en los periodos de entrenamiento donde estamos intentando aumentar nuestro rendimiento, debemos tener en cuenta lo que algunos llaman el “entrenamiento invisible”. Es decir: descanso y sueño diario, alimentación correcta, hidratación, masajes… Elementos, que si no los tenemos en cuenta, pueden hacer que la mejor planificación del mundo, la más individualizada, los “machaques” mejor asimilados,… se vayan al “carajo” el día clave. Muchas veces no le damos la importancia que tienen, y es mucha.

Y todo esto, ¿a que viene?. Pues eso, este pasado fin de semana, realicé un “stage” de preparación (o así lo podríamos llamar) para las competiciones que vienen. No duró mucho, pero me valió para “recargar” pilas, desconectar y disfrutar de algo que me gusta más que el triatlón, y es comer bien. Nos fuimos al Algarve, concretamente a Armançao de Pêra. Nos gustó mucho, un lugar tranquilo (al menos ahora en Mayo), con unas calas preciosas con acantilados, gente amable, poco ruido, y buena gastronomía. En el restaurante marisquería Serol, tomamos un arroz con marisco riquísimo, con el que recargué los depósitos de glucógeno. Esto, acompañado con un buen vino verde (muy frío) que aunque en principio no deberíamos incluirlo dentro del llamado “entrenamiento invisible”, a mí me hace mejorar uno de los “complejos de rendimiento deportivo” (aspectos psicológicos). El postre que vino después lo incluimos también en el mismo paquete que el vino. Con esto último, le hago la competencia a mi amigo Antonio, y sus recomendaciones viajeras.









































































































2 comentarios:

Antonio Ruiz dijo...

Buaf! Mientras leía el post se me hacía la boca agua... el arroz de marisco en una tierra mágica como es nuestra querida vecina Portugal.

Gracias por presentarnos este rinconcito del mundo. Chaval, no me harás competencia si no comentas que hay que sumarle siempre a la comida un buen yogur (en este caso, casero portugués) y un expreso de esos diminutos que saben preparar esta buena gente como nadie.

Un abrazo, hoy desde Toledo.

Juan González dijo...

expresos cayeron varios. por cierto, allí a todas horas la gente toma café, incluso a la hora en la que supuestamente vendría mejor una SAGRES. a mí me hizo incluso dudar, pero al final cayó la SAGRES.
el arroz de marisco, el mejor que he comido nunca. habrá que hacer en su día una visita conjunta, los 6...